miércoles, 15 de febrero de 2012

La Revolución Rusa (I)

1. RUSIA: UN GIGANTE CON PIES DE BARRO

La revolución rusa fue uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX que acabó con el imperio autocrático del Zar Nicolás II y, se convirtió en el primer estado "socialista" del mundo. De esta revolución surgió la Unión Soviética, un país que se presentaba como la alternativa al capitalismo y, que fue referente de muchos países y movimientos revolucionarios. No obstante, también tuvo períodos más turbios, en los que la libertad fue sacrificada en nombre de la igualdad.
1.1. Un enfermo llamado Rusia
Rusia era un país inmenso, con unos recursos incalculables y, con más de 140 millones de habitantes a comienzos del siglo XX, pero su régimen político era de los más atrasados de Europa. Pero al igual que su sistema político, Rusia presentaba una escasa modernización social y económica.
En el plano político, el absolutismo zarista perduraría hasta 1917, pero hasta entonces, se apoyaba en los sectores más reaccionarios - conservadores de la sociedad. Por un lado, la nobleza que concentraba las propiedades de la tierra y, eran los privilegiados. En un segundo lugar, los altos cargos de la administración y el ejército y, por último, la iglesia ortodoxa, de la que el jefe supremo era el zar.
A lo largo del siglo XIX, Alejandro II (1855 - 1881) intentó llevar a cabo una serie de reformas económicas y administrativas que dieran a Rusia un paso más hacia la modernización. Una de estas medidas fue la abolición de la servidumbre campesina en 1861, cuyos resultados no fueron los esperados ya que, los campesinos tuvieron que indemnizar a sus propios señores por la obtención de su libertad. Pero más allá de esta serie de reformas, la política del zar no cuestionaba los fundamentos políticos de la autocracia, ni los privilegios de la nobleza terrateniente.
A todo lo anterior se le añade, el inmenso atraso económico que padecía Rusia. La mayor parte de la población eran campesinos, que convivían en propiedad comunal "mir" y, que a pesar de haberse abolido la servidumbre, su situación continuaba siendo de miseria extrema. La propiedad de la tierra estaba concentrada en manos de los nobles, iglesia, monarquía; una pequeña masa de campesinos acomodados "kulaks"; y los campesinos, que reclamaba un reparto de las tierras.
A pesar de todo, el crecimiento industrial y el avance del capitalismo había penetrado en la parte más occidental del Imperio ruso Finlandia, Ucrania, etc., y, en ciudades como San Petersburgo, Moscú. Sin embargo, la industrialización no se había llevado a cabo por unas clases medias burguesas rusas, sino con capital extranjero, sobre todo, francés. Como consecuencia de esto, surgiría una clase proletaria, que se concentraría en los centros urbanos industriales y, que procedían de las masas campesinas huyendo de la miseria extrema que presentaba el campo.
1.2. El inicio del descontento
La oposición al zarismo comenzó desde mediados del siglo XIX. Un caso significativo fue el de Dostoyevski, que fue condenado al destierro en Siberia en 1849, por la oposición de un grupo de intelectuales a la autocracia zarista. Las ideas liberales habían llegado a Rusia a través de círculos de clases medias intelectuales y, que posteriormente, con la industrialización, se extenderían a capas más amplias de la población, no solo ideales liberales, sino también, la difusión de los idearios socialistas. Evidentemente la oposición al zarismo no se planteó en términos parlamentarios, puesto que no había ninguna institución que se le asemejara. Todas las organizaciones opuestas al régimen, tuvieron que sufrir la clandestinidad, el destierro a Siberia y, en algunos casos, la ejecución.
No obstante, la oposición al zarismo comenzó a ser más visible en la década de los 70 del siglo XIX, con el surgimiento de los populistas (narodniks). Su finalidad era la extensión de la conciencia revolucionaria entre el campesinado y, la implantación de un socialismo agrario. Para ello, se sirvieron de organizaciones como Tierra y Libertad, pero posteriormente se disgregaron. Por un lado, por el peso del anarquismo, que abogaba por la destrucción del zarismo mediante una táctica terrorista, que acabaría con la vida del zar Alejandro II (1881). Por otra parte, por el surgimiento de un sector que se dirigió hacia la creación de un partido socialista revolucionario.

Con la difusión del marxismo a finales del siglo XIX, se creó en 1898 el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. Entre ellos destacarían figuras como Lenin, Plejanov, Trotsky, etc. Pero si en el Partido Socialdemócrata Alemán se estaba dando la controversia revisionista, en Rusia se dividiría el partido también en función de la táctica y la estrategia a seguir en:
- Mencheviques: confíaban en que Rusia debería llevar a cabo una revolución burguesa, desarrollando así el capitalismo y, posteriormente emprender la revolución socialista. Además de esto, abogaban por alianzas con los burgueses para derrocar al zarismo y, la implantación de un régimen liberal, con el apoyo de sus masas de afiliados.
- Bolcheviques: su objetivo era derrocar al zarismo e implantar una "dictadura del proletariado" como paso previo a la llegada del socialismo. Su visión del partido, era el de un partido de una organización muy disciplinada, un partido de vanguardia en el que sus afiliados deberían dedicarse por completo a la labor revolucionaria.

A partir de 1905 se creó el Partido Socialista Revolucionario (eseritas) herederos de los populistas, mantuvieron las tesis del socialismo agrario (el reparto de las tierras entre los campesinos), además de considerar el sujeto de cambio a los campesinos, en vez de a la burguesía, aunque reconocían la importancia del desarrollo del capitalismo, para poder alcanzar el socialismo.

Por último, la burguesía liberal formada por clases medias urbanas formaron el Partido Constitucional Demócrata (Kadetes). Estos hicieron suyos los principios liberales y, la transformación de la monarquía zarista en un régimen constitucional - parlamentario, dando importancia a la defensa de los derechos individuales.

1.3. El estallido del descontento

La insurrección de 1905 fue un punto de inflexión sobre la situación de Rusia, en la que por primera vez, el régimen zarista se vio seriamente afectado. La situación de los campesinos que seguían sufriendo "el hambre de tierras" ante la ausencia de una reforma agraria, la situación de las clases obreras en los centros industriales de Moscú y San Petersburgo y, junto con la derrota de la guerra con Japón, llevaron al descrédito del régimen del zar Nicolás II.

La insurrección comenzó con una serie de huelgas obreras iniciadas en enero de 1905 en San Petersburgo (en aquel momento capital del Imperio ruso). El momento más trágico tuvo lugar ante el Palacio de Invierno, donde se concentraron manifestaciones obreras pacíficas, reclamando la implantación de libertades civiles (derecho a voto), así como la mejora de condiciones laborales (jornada de ocho horas). Pero la manifestación terminó en tragedia ya que las tropas del zar abrieron fuego causando centenares de muertos, siendo conocido este día como el Domingo Sangriento.

Inmediatamente ante la dureza de la represión se produjo un levantamiento revolucionario por toda Rusia, en oposición al régimen zarista y su brutalidad, de la que formaron parte algunos clérigos ortodoxos. La agitación social generaron una serie de levantamientos, motines, huelgas, etc. Además de esto, fue una oportunidad para los que se oponían al régimen zarista. Los campesinos reclamaban una reforma agraria que acabara con los abusos de los terratenientes. Por otro lado, se crearon una serie de consejos obreros locales (los soviets), en sustitución de la autoridad y, cuyo soviet más importante fue el de San Petersburgo presidido por Liev Trotsky, que en la revolución de 1917 fueron de vital importancia. A ello, se sumaron los partidos políticos clandestinos que tuvieron como fin acabar con el zarismo e implantar un régimen liberal - democrático. Por último, dentro del ejército el descontento también se hizo notar, con el motín del acorazado Potemkin, en el que la tripulación se sublevó ante los abusos de los oficiales (que Einseinstein inmortalizaría con su film en honor a la revolución de 1905).

1.4. Una luz de esperanza se difumina

Ante la situación caótica en la que se encontraba Rusia, el zar tuvo que anunciar el Manifiesto de Octubre una serie de medidas que adoptaban principios de carácter liberal. Por primera vez, se concedían una serie de derechos civiles, como la libertad de expresión, de asociación, etc. Además de esto, se creó un régimen representativo inspirado en los principios del liberalismo político, creándose la Duma (asamblea parlamentaria) elegida mediante un sufragio amplio. Esto calmó a los Kadetes y, permitió la represión de los elementos revolucionarios como los dirigentes de los soviets y, de los partidos socialistas.

Tras la revolución de 1905 se crearon una serie de expectativas ante la creencia de profundas reformas. Los liberales esperaban la implantación de un régimen democrático, los campesinos que la Duma realizaría el reparto de tierras y, los obreros que mejorarían sus condiciones de vida y de trabajo. Nada de esto sucedió. Los poderes del zar siguieron siendo casi absolutos y, la Duma estuvo limitada desde su creación hasta su desaparición en 1917.

Las reformas agrarias que pretendía el ministro conservador Stolypin no llegaron nunca a fraguarse, ya que pretendía crear al modelo inglés una clase campesina capitalista (kulaks) que sirviera de sustento y baza al régimen. Pero las tierras no fueron confiscadas ante la presión de la nobleza y la Iglesia. Además de esto, las libertades civiles fueron anuladas en 1907 con el inicio de la represión política a muchos dirigentes de partidos políticos (tanto Lenin como Trotsky tuvieron que exiliarse). A todo esto se añadía la crisis de credibilidad que tenían los gobiernos del zar, que a ojos de los rusos, eran manipulados por el oscuro monje Rasputín el "hombre fuerte" del zar.

Evidentemente, el zarismo recibió una insuflación de aire debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, que sirvió de fervor patriótico ante los problemas internos. No obstante, éstos no se harían tardar en llegar...

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